sábado, noviembre 25, 2006

Viernes 0.48

Hay algo que me fascina enormemente. Los años van pasando y todo cambia, todo evoluciona. Miramos hacia atrás y nos parece que vivimos muchísimo mejor, que todo ha cambiado, que nuestra forma de vida es completamente diferente a la de la gente que vivía en otras épocas de la historia. Y sin embargo, el tiempo no hace más que repetir los patrones, en unos contextos u otros, pero siempre lo mismo.

Realmente lo que más me interesa son los sentimientos, cuando nos pasa algo, siempre nos sentimos desgraciados, y aunque sepamos que no es así, tendemos a pensar que somos, de hecho, los más desgraciados del mundo. Que nuestros sentimientos son únicos. Que nuestros problemas son los más graves. Y sí, no es mentira, para nosotros no hay nada más importante, y como no se pueden pesar ni medir, nunca nadie nos podrá sacar de esa posición.

Pero todos vivimos lo mismo, todos compartimos sentimientos similares, da igual el lugar y no importa el tiempo. En unas épocas la gente tiende a ser más idealista, en la siguiente más realista, siempre habrá un puñado que estará en contra de lo que diga la mayoría, de lo que marque la visión del mundo de esa época. Hombres y mujeres llorarán por ser despreciados por aquellos a quienes aman, por decepciones de amistades, por muertes de seres queridos.

Para explicarme mejor me ayudaré de un ejemplo:

"Los niños de hoy en día son unos tiranos.
Contradicen a sus padres, engullen la comida
y tiranizan a sus maestros."



Esta cita podría haberla dicho ayer por la mañana mi madre, por nombrar a alguien en concreto. Seguro que no os resultaría extraño que os dijese que es de alguien de este siglo, incluso de estos días. No. Resulta que la frase en sí es de Sócrates, del año 425 antes de Cristo.

Quizá os parezca una tontería, ¡qué se yo! A mí me resulta curioso.

Por otra parte, es como si saber que siempre se ha vivido igual que yo vivo ahora (hablo exclusivamente del ámbito de lo personal, ni tecnologías ni avances científicos, ni cosas materiales), hace que me de cuenta de lo poco que valgo.

No es algo que me angustie, ni me preocupa especialmente, es así y punto. Pero si que me paro a pensar en que para mí puede ser horrible que mañana me rompan el corazón, y sin embargo, dentro de unos años nadie se acordará de mí. Dentro de unos años una persona estará sintiendo lo mismo que he sentido yo, lo que ha sentido mi vecina, lo que sintió Fulanita de tal en el año 1340, y Menganito en el 500 a. C. y así miles de personas, que a lo largo de la historia han sentido en su interior lo mismo que yo sentiré mañana. Lo mismo que otros miles de personas están sintiendo ahora mismo, en diferentes lugares del mundo.

Por eso, ¿cuánto vale lo que sentimos? Y al ser ésta una pregunta sin respuesta, la plantearé de otro modo ¿cuánto valor hemos de darle a aquello que sentimos?...¿por qué, aun habiendo miles de testimonios de otras personas que han pasado por lo mismo que nosotros, no nos vale con eso? ¿por qué tenemos que esperar a vivir las cosas, y a pasarlo mal posteriormente, para aprender?


Podría seguir haciéndome muchas preguntas de este tipo, tengo miles. Pero, se que aunque encuentre una respuesta, que lo dudo. Jamás dejaré de sentir, y jamás le quitaré el valor que para mí tiene mi vida, por mucho que me plantee estas cuestiones.


Vale, se que esta entrada es una paja mental, le doy un pin a aquél que entienda algo de lo que he dicho...

Finalizo con un fragmento archiconocido de "La vida es sueño" de Calderón de la Barca. Típico, pero buena literatura al fin y al cabo, y me viene como anillo al dedo, además de gustarme muchísimo.


Sueña el rey que es rey,y vive


con este engaño mandando,


disponiendo y gobernando;


y este aplauso, que recibe


prestado, en el viento escribe,


y en cenizas le convierte


la muerte, ¡desdicha fuerte!


¿Que hay quien intente reinar,


viendo que ha de despertar


en el sueño de la muerte?


Sueña el rico en su riqueza,


que más cuidados le ofrece;


sueña el pobre que padece


su miseria y su pobreza;


sueña el que a medrar empieza,


sueña el que afana y pretende,


sueña el que agravia y ofende,


y en el mundo, en conclusión,


todos sueñan lo que son,


aunque ninguno lo entiende.


Yo sueño que estoy aquí


destas prisiones cargado,


y soñé que en otro estado


más lisonjero me vi.


¿Qué es la vida? Un frenesí.


¿Qué es la vida? Una ilusión,


una sombra, una ficción,


y el mayor bien es pequeño:


que toda la vida es sueño,


y los sueños, sueños son.







1 comentario:

Frozen dijo...

Los sentimientos pertenecen a la naturaleza humana, y esta es inamovible, por contra, el hecho de que vivamos mejor, de que hayamos evolucionado no habla de otra cosa que el aumento del conocimiento, pero el entendimiento de nuestros sentimientos es algo que no creo que se alcance.

El valor que se le debe dar a los sentimientos es aquel que uno considere que debe darle, no hay que olvidar que los sentimientos nos poseen y condicionan, pero que rara vez tienen más transcendencia para el mundo más que para tí y alguna persona más en el mundo, hay que saber dosificar la importancia.

Yo tampoco sé si me explico bien :S

Besillos gemelilla ^^