domingo, diciembre 31, 2006

Vamos a filosofar un rato...

Ayer mantuve con mis amigos una conversación de estas que empiezan en un tema y terminan en otro completamente distinto, habiendo pasado en el camino por muchísimos puntos, uniendo unos con otros sin darnos cuenta, tocando todo pero sin llegar a entrar del todo en ellos. Bueno, la verdad, una conversación productiva, y eso que había alcohol de por medio (que por cierto, ya me lo decía mi padre, Silvia, mañana es Nochevieja, no salgas hoy otra vez, que vas a estar muy cansada. Ay, ¿por qué no le habré hecho caso? La eterna pregunta...).

Empezamos hablando de la bisexualidad, porque uno de mis amigos considera que no existe, que se trata tan sólo de un estado de transición pero no de permanencia. Al hablar de estos temas siempre lo tendré muy claro, espero que llegue el día en que no haga falta preguntar por la condición sexual de cada uno. Yo considero que las personas no son una serie de características externas, sino algo más, nos gustan, nos atraen o nos enamoramos de esa persona por quien es, por ese "algo" tan difícil de expresar con palabras, no por la edad, ni por la raza, ni por el sexo, o así debería ser. Deberíamos olvidarnos de las etiquetas.

Creo que una persona que se considera a sí misma y considerada en su entorno como heterosexual puede llegar a enamorarse de alguien de su mismo sexo y sin embargo, le será muy difícil e incluso imposible admitirlo, ya no solo al resto, sino a sí mismo. ¿Por qué dejamos pasar las oportunidades de estar a gusto, de ser nosotros, de actuar conforme a lo que sentimos? ¿Se trata de la comodidad que otorga el incluirte en un grupo y hacer lo que los demás esperan de ti?

El caso es que con esto de etiquetarnos, de poner nombre a las cosas llegamos a otro tema, y es que cuando ponemos nombre a lo que sentimos, el sentimiento pierde gran parte de su valor. Un "te quiero" jamás será tan grande como querer en sí, ni un "te echo de menos", "te admiro", "te odio"...
No quiero decir que no haya que decirlo, ni mucho menos. Pero, hay que ser consciente de ello, conozco a mucha gente que prefiere que le digan lo mucho que le quieren a sentir que la otra persona le quiere de verdad. Los sentimientos verdaderos son aquellos a los que no se les pone nombre, son los que vemos en la otra persona al mirarle, al tocarle...al sentirle.

Me sorprende mucho ver que la mayoría de la gente prefiere las etiquetas. Es el camino fácil, sí, pero, ¿éste merece sacrificar la sensación de estar a gusto con uno mismo? Supongo que aquellas personas que se enmarquen y pongan nombre a todo aquello que les rodea, también se convencerán de que actúan conforme a lo que sienten, ocultando totalmente, ahogando sus más interiores (e importantes) deseos.

Es triste, como tantas cosas de esta mierda de mundo.

5 comentarios:

Frozen dijo...

Hay quien dice que en realidad somos una mezcla de todo lo que nos rodea, cojemos un poquioto de aquí y de allá, y nos forjamos. Tal vez haya mucha verdad en eso. Esa certeza (âunque sea inconsciente) hace que todos pensemos que la otra persona es como nosotros pensamos que debe de ser, o como nosotros interpretamos que debe de ser, ya que en definitiva, no deja de haber sido influenciada por su alrededor, que también contemplas. No obstante, este planteamiento es completamente erróneo, ya que nos aleja completamente de la gente. Todos somos una mezcla de las influencias que nos rodean, pero nuestra personalidad, la verdadera o oomo quieras llamarla, selecciona las influencias que queremos tener, y eso es lo que nos hace especiales, y eso es lo que las etiquetas no pueden leer.

Eso sí, y el gusto que da cuando alguien te dice "te quiero" y notas que es verdad ^^

SiL dijo...

Eso que dices lo hablé ese mismo día con un amigo, no en esos términos sino parecidos. Él decía que todos estábamos formados por lo mismo, todos somos egoístas, solidarios, tolerantes, respetuosos, vagos, nsé, todo lo que se te pueda ocurrir, pero cada uno poseía esas características en distintas cantidades que otros.

Sin embargo, esta forma de verlo no contradice lo que tu acabas de decir. Simplemente, se completaría con que es la esencia de cada uno, la personalidad en sí, lo que es, lo que hace que cada uno tome o deseche esos aspectos de los que hablé antes. De ahí que en diferentes situaciones nos comportemos más o menos egoístamente, respetuosamente, etc., etc.


Y sí, cuando sientes que alguien te quiere, un "te quiero" es lo mejor del mundo, :).

Casshern25 dijo...

¿Cómo era esto de, yo soy yo y mis circunstancias? yo no sería como soy sin todas mis circunstancias y mi pasado continuo. No me gustan las etiquetas, solo sirven para ocultar miedos ante lo desconocido.

Löla dijo...

Pequeña nube del cielo azul^^
Cierto es, que las palabras no pueden explicar la magnificiencia de los sentimientos, pero es super importante para nuestra inteligencia emocional poner etiquetas a aquello que nos sucede porque de esta manera reducimos el mundo y lo hacemos más manejable dentro de nuestra cabeza.
He dicho.

Frozen dijo...

Y llego la psicóloga...
así no vale, que tú esto lo estudias, tiés ventaja

xDDDD

yo ya me iba